TL vs G2 o cómo una victoria es un problema grave para el rendimiento.

Hace un mes ocurrió una de las sorpresas más inesperadas en lo que respecta a LoL, Team Liquid vencía a Invictus Gaming en las semifinales de la MSI en un partido al mejor de 5. Estamos hablando de una victoria para nada esperada, hasta ese momento IG sólo había cedido 1 partido (al mejor de 1) contra SKT. TL cosechaba una estadística de 4w/6l, dentro de sus derrotas están los 2 enfrentamientos contra IG. Es decir, en un primer momento parece que se daban todos los ingredientes para que IG venciera, con más o menos dificultad, pero se llevara la eliminatoria.


Todos sabemos qué ocurrió, 1-3 para TL y clasificados para la final en la que su rendimiento contra G2 fue, clarísimamente, muy inferior al ofrecido en la semifinal. He aquí la pregunta del millón, ¿cómo es posible que el viernes vencieran a IG de una manera solvente y el domingo perdieran en la final más corta de la historia de MSI?

La realidad es que existen varios factores que hicieron que su rendimiento se viera mermado 48 horas después de ganar al Goliat de la competición. Si analizáramos la gestión del partido G2-TL encontraríamos toma de decisiones arriesgadas e incorrectas, problemas de planteamiento táctico, rendimiento individual por debajo de lo esperado, gestión de bans y picks muy polémica, etc. De esto ya estaréis cansados de leer pues es el tema principal de análisis dentro de las charlas postpartidos. Ahora, existe una de las claves que no se ha comentado, pero es capital para entender el rendimiento de TL en la final ¿hubo una buena gestión psicológica post-victoria vs IG?

Cuando buscamos información, artículos o estudios de psicología deportiva en los esports los temas principales son el Tilt y el Ragequit, situaciones dadas por derrotas y por un estado de activación cognitiva negativa. Es decir, parece que sólo nos centramos en la gestión de la derrota y de la frustración que va ligada a ella. La intervención de ambos sucesos es muy importante, que duda cabe, pero no es lo único “peligroso” en el alto rendimiento. La gestión de la victoria es tan básica como la gestión de la derrota, puesto que ambas son los resultados tras los que está el esfuerzo y el rendimiento de cada equipo, jugador o entrenador. Pero volvamos a la pregunta que nos ocupa, ¿cómo fue la gestión post-victoria vs. IG?


Partamos justo desde el momento en que se produce la destrucción del Nexo en la cuarta ronda. Tras una victoria inesperada ocurre un “subidón” en todos los componentes del equipo, también de los fans, y en todo lo que rodea a los esports y a la comunidad de LoL. Los jugadores lo celebran, termina la partida y lo siguen celebrando, visualizan en su imaginación una y otra vez sus decisiones correctas, miran sus móviles y ven el impacto de la victoria en las RRSS, todas las menciones, hablan con sus amistades, visualizan los clips de sus mejores jugadas, siguen pensando que han vencido al mejor equipo de LoL mundial… Es decir, su nivel de activación cognitiva positiva es alto (estado de euforia, alegría continua) y su impacto a nivel fisiológico también (se sienten activos, nerviosamente activos), esto es positivo a corto plazo, pero puede tener un impacto negativo a medio plazo, ¿por qué?

Un nivel de sobreactivación cognitiva positiva produce que los recursos cognitivos estén más activos de lo deseable, en cristiano, la persona se encuentra aún “trabajando” mentalmente, se produce un uso por encima del habitual o del óptimo, que consume los recursos y produce un desgaste cognitivo y emocional a medio plazo.

Esto puede parecer contradictorio, si las victorias tienen como consecuencia sensaciones positivas, ¿cómo es posible que empeore el rendimiento? Porque hay que introducir la variable “tiempo”, lo que es positivo a corto plazo, en la misma partida contra IG, es negativo 48 horas después. Lo explicado anteriormente afecta a una variable clave en el alto rendimiento y en el deporte competitivo, el descanso. La sobreactivación positiva interfiere con el descanso, mantiene la tensión cognitiva y como consecuencia también la fisiológica. Esto produce que el jugador no recupere un nivel de activación lo suficientemente bajo como para comenzar la recuperación de los recursos utilizados en la partida anterior y, como consecuencia, lastra su descanso, interfiere su sueño y produce que al día siguiente se note cansado. Vale, al día siguiente, pero quedan otras 24 horas para enfrentarse a G2, tiempo para la recuperación, ¿no?

En este momento entra en juego la retroalimentación cognitiva, lo que ocurrió horas antes es combustible para activarme durante el día, pero esta activación, ¿es óptima para lo que va a ocurrir en las próximas horas? No, seguramente más alta de lo óptimo, además, seguir navegando por las RR.SS. alimenta la sensación de confianza en aquellos jugadores que han tenido “jugadas de partido”, siendo un riesgo la “sobreconfianza”, fenómeno que es muy habitual que aparezca tras resultados positivos por encima de lo esperado. Esta sobrecofianza interfiere en el análisis crítico de la partida anterior y puede impedir una preparación optima del siguiente partido, en este caso, la final.

Horas antes del partido se comienza las rutinas de preparación. Estas rutinas ya están influidas por un nivel de activación cognitiva que, aunque puede ser óptimo en esos instantes, no tiene la cantidad de recursos que son los habituales. Al no descansar el día anterior por interferencia del nivel de sobreactivación, la cantidad de los recursos cognitivos es menor y, en esos momentos en los que es necesario estar “frescos” se encuentran fatigados, les falta el “punch”.

Esa sensación de “no estar frescos” junto con la “sobreconfianza” interfieren en el rendimiento. Esta interferencia produce que el equipo se resienta. Debido a la falta de frescura los jugadores realizar sus movimientos unas centésimas de segundo más tardes o de una manera incorrecta, toman decisiones equivocadas o arriesgadas y producen que su rendimiento sea menor del esperado. Desde el cuerpo técnico pueden sentir algo parecido, al ver el rendimiento durante los primeros minutos de sus jugadores toman decisiones en las siguientes rondas que pueden ser muy arriesgadas o demasiado conservadoras, saliéndose del rango óptimo de decisión para esos momentos.

Todo esto, no impide valorar muy positivamente la labor de TL durante todo el MSI, realizando una de las mayores gestas en el LOL de los últimos años y, aunque la final contra G2 pudiera parecer que no fue “digna de una final”, de manera global fue un rendimiento superior al esperado antes de comenzar la fase final del torneo.

Analizado todo, ¿cómo podemos evitar los riesgos de una victoria épica?


Tras una victoria de este calado se puede, debe y es necesario celebrarla, por supuesto, disfrutar de las redes sociales, de las felicitaciones de la gente cercana, de los análisis, etc. Pero durante un tiempo, es decir, se debe poner final a la celebración. El entrenador o el staff pueden indicar a los jugadores que disfruten de la victoria, todo lo que quieran, pero hasta 3 horas después, 4 o las que el equipo técnico valore, pero indicando un final del uso de las redes sociales para evitar seguir teniendo una activación positiva por encima de lo necesario para las horas en las que se encuentran.

En los análisis postpartido, que suele darse al día siguiente, es muy recomendable señalar aportaciones positivas de jugadores que no han realizado “jugada de partido” (no es protagonista en los clips de las jugadas importantes del partido en los resúmenes y redes sociales), dando pie a mantener una buena cohesión y previendo que pueda haber en la siguiente partida un “ahora me toca a mi” (intento de ser protagonista y realizar jugadas visualmente importantes por encima del rendimiento real de juego).

Es complicado para todos, tras una victoria tan importante poder relajarse y reducir el nivel de activación cognitiva y fisiológica para ello existen técnicas conductuales y cognitivas que ayudan a conseguirlo. Una muy básica y fácil es el control de la respiración y la respiración profunda con visualización de imágenes relajantes. Esta estrategia puede ser entrenada en una o dos sesiones individuales o grupales por un psicólogo deportivo, aportando una herramienta muy útil para el control de la activación.

Mantener rutinas, como la preparación del siguiente partido como en otras ocasiones anteriores donde se venció sin el impacto tan grande de este último partido, es muy ventajoso. Esto ayuda a no dar sensación de que la anterior partida tiene un peso demasiado importante. Puede pasar que se observe a los componentes del equipo se encuentran más pensando en la anterior victoria que en la siguiente, por ello se puede hablar los primeros minutos de la partida anterior e ir cambiando el foco atencional al siguiente.

La sobreconfianza se puede mitigar desligando el rendimiento puntual del anterior partido a pensamientos globales, generalistas y vagos. Es habitual pensar: Somos buenísimos, que bien hemos jugado, cuando queremos podemos, etc. Lo importante es ligar el resultado puntual de ese partido al rendimiento puntual de ese partido, focalizando las victorias en las actuaciones específicas de cada jugador y componente del staff.

Tras una victoria de este calado puede que nos convirtamos en “favoritos”, ya que hemos eliminado a uno de los equipos con más posibilidades de hacerse con el torneo. Si notamos que nuestro equipo empieza a sentirse favorito, y eso les hace sentir más responsabilidad y obligación es muy positivo recordar los objetivos puestos antes de comenzar la competición y convertir los siguientes partidos en un premio por la labor realizada, no en una obligación.

Este análisis puede ser extrapolado a esos equipos que tienen bajones de rendimiento tras victorias, sobretodo cuando son victorias poco esperadas.<b> Las técnicas anteriormente descritas pueden ayudar a gestionar las victorias, evitando los riesgos de pérdida de rendimiento y ayudando a mantener un nivel de realización óptimo</b>.

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